La Iniciativa Pampa Azul: La diplomacia científica aplicada a la Cuestión Malvinas

La transmisión en vivo de la expedición “Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV”, llevada adelante por investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y financiada por el Schmidt Ocean Institute (SOI), superó el millón de espectadores y generó una repercusión en la opinión pública pocas veces vista. En un contexto en el que la producción científico-tecnológica es desfinanciada y atacada constantemente por el gobierno nacional, estos grandes picos de audiencia parecen dejar un mensaje: el pueblo argentino sigue valorando la generación nacional de conocimientos.

Sin embargo, al margen de lo positivo de que se visibilice el desarrollo científico tecnológico, y la importancia de instituciones como el CONICET, esta instancia nos brinda la oportunidad de dar ciertas discusiones en torno al cómo y, sobre todo, para quiénes y siguiendo qué intereses se desarrolla este tipo de expediciones y conocimientos, por esto, resulta valioso contrastar la experiencia de Talud Continental IV con la iniciativa Pampa Azul, ya que ambos proyectos se centran en el mismo escenario: el Mar Argentino, aunque desde abordajes diferentes.

El Mar Argentino, también denominado la “Pampa Azul”[1] es fundamental para el desarrollo nacional, no solo porque representa más del doble del territorio soberano emergido del país y porque cuenta con una gran cantidad y diversidad de recursos naturales, sino también por su relevancia geoestratégica: por el lugar que ocupa el Atlántico Sur en la conexión bioceánica con el Pacífico, por la proyección bicontinental-antártica argentina, y porque es un atributo central en la estrategia de reclamo soberano sobre las Islas Malvinas.

La Iniciativa Pampa Azul (IPA) es el medio más importante que ha tenido la Argentina en términos de diplomacia científica aplicada a Malvinas[2], entendida esta como el uso que los Estados hacen de la ciencia y la tecnología para promover los objetivos de sus políticas exteriores y sus necesidades nacionales[3]. En su concepción, esta iniciativa interministerial está destinada a generar «conocimiento científico al servicio de la soberanía nacional»[4]. Lanzada en el año 2014, durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, y relanzada en 2020 bajo el nombre “Pampa Azul 2.0”, durante el gobierno de Alberto Fernandez, buscaba “reinstalar la cuestión marítima en el centro de la agenda de desarrollo del país”[5] para aportar desde allí al objetivo estratégico de la proyección marítima y bicontinental argentina, y apuntalar el reclamo soberano sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ocupadas ilegalmente por el gobierno británico desde 1833.

En este sentido, el presente artículo tiene como objetivo indagar en cómo se relacionan los proyectos científico-tecnológicos contenidos dentro de la Iniciativa con el reclamo soberano sobre las Islas del Atlántico Sur. Se buscará demostrar que la diplomacia científica, y en particular la Iniciativa Pampa Azul, han sido -y pueden ser en el futuro- herramientas relevantes para el reclamo argentino de soberanía sobre las Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

La Iniciativa Pampa Azul es un proyecto interministerial[6] del Estado Nacional que busca articular las acciones impulsadas por distintas áreas en el campo de la investigación científica, el desarrollo tecnológico y la innovación en el Mar Argentino. El mismo abarca más de dos tercios del territorio soberano del país, y, con una gran diversidad de recursos ictícolas, hidrocarburíferos, minero-metalíferos, genéticos, entre otros, se encuentra entre los espacios marítimos más extensos y productivos del planeta (Bilmes y Sala, 2022).

La iniciativa hace foco en cinco áreas geográficas prioritarias: 1) el Banco Namuncurá/Burdwood (Área Marina Protegida); 2) el Agujero Azul/Frente del Talud Continental; 3) el Golfo San Jorge; 4) las Áreas Marinas Sub-Antárticas; y 5) el Sistema fluvio-marino del Río de la Plata.

Según Bilmes y Sala, “la clave de Pampa Azul se basa en la construcción de una mirada común sobre el mar y sus costas, y en  la integración entre el conocimiento científico, el desarrollo tecnológico y la innovación productiva en clave territorial” (2022: 10).

Como se mencionó, la IPA surge en el año 2014 pensada como una política de Estado, ya que se la entendía como un programa con gran potencial económico y geopolítico para el país. En este sentido, se dicta, en julio de 2015, la Ley 27.167/15, con el propósito explícito de  “fortalecer la presencia de la República Argentina en el Mar Argentino”[7], y crear el Programa Nacional de Investigación e Innovación Productiva en Espacios Marítimos Argentinos (PROMAR).

Entre los  objetivos generales que en esta ley se le atribuyen al PROMAR vale destacar los siguientes:

  1. promover la generación de conocimientos científicos que sirvan como fundamento para la preservación y el manejo sustentable de los recursos marinos;
  2. impulsar innovaciones tecnológicas que contribuyan al fortalecimiento de las industrias vinculadas al mar y al desarrollo económico de las regiones marítimas argentinas;
  3. promover, en la sociedad argentina, una mayor conciencia sobre su patrimonio marítimo y el uso responsable de sus recursos;
  4. proveer insumos científicos para fundamentar el accionar de nuestro país en acuerdos internacionales y apoyar las iniciativas nacionales en materia de cooperación técnica;
  5. articular los programas nacionales con iniciativas internacionales en materia de investigación y conservación marinas y facilitar el acceso a financiamiento para proyectos específicos;
  6. promover las relaciones científicas internacionales, particularmente con las instituciones que puedan generar transferencia de tecnología y metodologías de muestreo y monitoreo;
  7. promover programas de cooperación científico-tecnológica para el establecimiento de polos tecnológicos en el litoral marino y;
  8. fomentar desarrollos tecnológicos en todas las áreas vinculadas a la investigación del mar, incluyendo la seguridad marítima y la defensa nacional.

Debido a los altos costos de la iniciativa, la Ley también creaba el Fondo Nacional para la Investigación e Innovación Productiva de los Espacios Marítimos Argentinos (FONIPROMAR), que le proveía a la misma previsibilidad presupuestaria[8]. El FONIPROMAR se conformaba de las partidas que al efecto destine en forma anual el Presupuesto General de la Administración Pública, fondos provenientes de subsidios, préstamos internacionales u otros aportes, y donaciones y legados.

Durante el período 2015-2019 bajo el gobierno de Cambiemos, el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el plano nacional sufrió un ajuste general, del cuál la iniciativa no estuvo excenta. Si bien hasta el 2017 hubo una continuidad operativa, el programa entró en un período de parálisis debido a la falta de fondos y al incumplimiento de la Ley PROMAR.

En el 2020 la IPA fue relanzada bajo la denominación “Pampa Azul 2.0”. La hoja de ruta de la propuesta reconstituida se centró en tres objetivos principales para el período 2020-2023: 1) fortalecer el sistema científico-tecnológico para contribuir a las políticas públicas relacionadas con el mar; 2) fortalecer las capacidades de investigación, desarrollo e innovación con perspectiva federal; y 3) avanzar en la agenda de temas estratégicos que contribuyan tanto a la soberanía y seguridad nacional, como también al desarrollo social, económico y ambientalmente sostenible.[9]

Según el Informe de Gestión de la Iniciativa Pampa Azul[10], en el periodo 2020-2023 se incorporaron dos buques oceanográficos y una lancha hidrográfica, y otros se repararon y equiparon con laboratorios y demás elementos necesarios, también se realizaron campañas oceanográficas (AGP Agujero Azul y “Ana María Gayoso” en 2021, Golfo San Jorge, SAMOC, Yaganes, e Islas Georgias del Sur en 2022, entre otras), se establecieron redes nacionales de observación y monitoreo marino, se fortaleció la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación en Ciencias del Mar, se construyeron laboratorios y refugios en tres bases antárticas (Esperanza, Orcadas y San Martín), se crearon diversos espacios de divulgación y una “Red de Faros de Pampa Azul”. También se comenzó, en 2023, con el primer proceso nacional de Planificación Espacial Marina (PEM) de la historia de nuestro país y pionero en toda la región del Cono Sur.

A su vez, se crearon siete Centros Interinstitucionales en Temas Estratégicos para la investigación del mar, se definieron áreas temáticas y estratégicas para el desarrollo científico y tecnológico, y se ampliaron las áreas geográficas prioritarias de estudio. También se destinaron 212 millones de pesos en proyectos de investigación y desarrollo tecnológico en el marco de la estrategia Pampa Azul y 584 millones de pesos al Programa de becas de grado para el fortalecimiento de las capacidades interinstitucionales de investigación, desarrollo e innovación, con perspectiva federal con ocho Universidades Nacionales.

Desde diciembre de 2023, los recortes en Educación y Ciencia y Tecnología han provocado un fuerte vaciamiento en los recursos de Pampa Azul, que aún no cuenta con un presupuesto asignado tal como lo establece la Ley PROMAR. Al mismo tiempo, la baja en el salario de los investigadores y la falta de insumos ha llevado a muchos de ellos a emigrar o dedicarse a otros proyectos de índole privada.[11]

Por otro lado, en marzo del presente año, la Ministra de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires lanzó Pampa Azul Bonaerense, en un intento por recuperar lo que fue esta iniciativa a nivel nacional y replicarla en la Provincia. El programa se encargará de la investigación, el monitoreo y la conservación de la costa bonaerense.[12]

La política exterior es entendida como una política pública, y por esto no puede desligarse del modelo de desarrollo que se busca implementar en el Estado que la lleva adelante. En particular, la política científico-tecnológica se sirve de y sirve a la política exterior[13], y es esta intersección la que da lugar a la diplomacia científica. En este sentido, se puede reconocer a Pampa Azul como un elemento importante de la política exterior y, a su vez, como un vector de desarrollo nacional.

En este sentido, vale recuperar la articulación de la gestión externa con las necesidades del desarrollo nacional y la búsqueda de autonomía que se llevó adelante durante las gestiones de Cristina y Alberto Fernández bajo un enfoque neo-desarrollista. Este modelo buscaba dar un nuevo énfasis a la industria nacional como motor del desarrollo, ampliando la capacidad de consumo de los trabajadores a través de políticas distributivas y universalizando diversas políticas sociales, a la vez que se extendía la capacidad del Estado para intervenir en la economía y orientar los recursos[14]. El correlato de este modelo en política exterior fue el autonomismo, entendido como el poder de actuar en el escenario global de manera estratégica e independiente. En este sentido, la concepción que estos gobiernos tenían del autonomismo estuvo muy ligada a la diversificación de las relaciones exteriores del país, el multilateralismo y la integración regional.

Si observamos la trayectoria de Pampa Azul, podemos decir que la iniciativa se corresponde con estos dos grandes lineamientos, ya que ha buscado desarrollar capacidades científico-tecnológicas que se vinculen con las industrias ligadas al Mar, a la vez que ganar mayores conocimientos para hacer frente, de manera autónoma a las disputas diplomáticas que pudiesen surgir con terceros Estados, más puntualmente con Gran Bretaña.

En relación a esto, vale también retomar la concepción de autonomía ligada a la integración regional[15], ya que el fomento de los vínculos sudamericanos que Pampa Azul impulsa está en esta misma línea: mientras mayor sea la cooperación argentina con Brasil y Chile en el Atlántico Sur y el Mar Austral mayor será el margen de maniobra de los países de la región para hacer frente a los intereses de la potencia extranjera que ocupa nuestros mares.

Podríamos decir que, en su concepción, esta iniciativa se corresponde con uno de los cinco factores que Varesi (2019)[16] identifica como guías de la política exterior de los gobiernos kirchneristas: el reclamo de soberanía sobre Malvinas e Islas del Atlántico Sur. Se encuentra, a su vez, en línea con los “temas de agenda” intermésticos que Busso (2016)[17] plantea como centrales para el período — entre ellos, vale destacar la apuesta al desarrollo científico-tecnológico como un elemento central para el desarrollo nacional. Con el relanzamiento de Pampa Azul 2.0 en 2020 se ve reflejada la continuidad que expone Busso (2022)[18] entre la gestión de Alberto Fernández y los gobiernos kirchneristas en términos de política exterior, puntualmente en torno a la reivindicación de nuestros derechos soberanos sobre las Islas Malvinas.

Si se pone el foco en las contribuciones que la iniciativa ha realizado en favor del reclamo argentino de soberanía sobre las islas, salta a la vista la necesidad de retomar el concepto de diplomacia científica, considerándola como una vertiente de la diplomacia pública y un elemento de soft power.

Siguiendo en esta línea, Goldman (2022) propone que la diplomacia científica aplicada a la cuestión Malvinas desde la posición argentina cuenta con dos grandes experiencias: la ratificación de la extensión de la plataforma continental argentina y la iniciativa Pampa Azul.

En este sentido, es importante destacar la labor que desde 1996 llevó adelante la Comisión Nacional del Límite Exterior de la Plataforma Continental (COPLA), la cuál culminó con la presentación del pedido de extensión de la demarcación del límite exterior de la misma ante la Comisión del Límite Exterior de la Plataforma Continental (CLPC) de la ONU en el 2009. Este pedido fue aceptado por unanimidad en el año 2016 por la CLPC, y reconocido por el Congreso Nacional Argentino en el año 2020 mediante la Ley 27.557. Como resultado, se incorporaron más de 1,5 millones de km2 a la soberanía argentina sobre el mar, extendida hasta las 350 millas en el lecho y el subsuelo marino. El haber logrado que se reconozca a nivel internacional la extensión de la plataforma continental argentina supone una importante victoria para la diplomacia científica del país, ya que se llegó a allí luego de años de poner  a trabajar al sistema científico-tecnológico argentino en pos de los intereses nacionales y diplomáticos. Al mismo tiempo, puso a disposición una mayor área de investigación para la iniciativa Pampa Azul.

Ahora bien, en cuanto a la relación entre la IPA y el reclamo de soberanía sobre nuestras islas, vale decir que de las cinco áreas geográficas contenidas en el proyecto hay dos que se consideran de especial importancia en torno a la cuestión Malvinas por su cercanía a las islas: el Banco Burdwood/Área protegida Namuncurá y las Islas y áreas Marinas Sub-Antárticas, ya que en estas últimas se engloban también las Islas Georgias y Sandwich del Sur, en disputa con los británicos. Vale mencionar que el análisis de ambas zonas realizado por la CLPC —comisión encargada de evaluar la petición argentina de la extensión de su Plataforma Continental— fue postergado debido a las disputas de soberanía que se sostienen en dichos mares e islas con el Reino Unido.

Respecto a la cooperación internacional, Pampa Azul busca coordinar los programas de investigación locales con los internacionales en sus áreas de injerencia. Para esto fomenta la participación argentina en investigaciones conjuntas sobre el ambiente marítimo y el intercambio de investigadores y los programas de formación conjunta de recursos humanos. Este punto es esencial ya que, mediante la cooperación científica en el área, Argentina puede estrechar los vínculos con otros Estados en torno a su reclamo de soberanía sobre Malvinas y el resto de los territorios ocupados del Atlántico Sur.

La primera instancia de cooperación internacional del proyecto se dio en el año 2013 entre el Instituto de Ciencias del Mar de Rimouski de la Universidad de Quebec, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (MINCyT), el CONICET y la Provincia de Chubut, con el objetivo de llevar a cabo investigaciones en el Golfo de San Jorge. En el mismo año se institucionalizó la cooperación bilateral con Estados Unidos mediante la realización de la II Comisión Mixta en Ciencia y Tecnología, y ambos países acordaron dar a las ciencias del mar la máxima prioridad. En los casos de Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda se ha buscado incorporar la investigación oceanográfica a la agenda de relaciones bilaterales, ya que al ser países del hemisferio sur son considerados estratégicos.

En relación a la Unión Europea, se distinguen las iniciativas de cooperación con Italia, España y Alemania. Aunque, según Goldman (2022), lo más destacable de la cooperación en este ámbito son los programas para intercambiar información obtenida por el programa Pampa Azul y el programa europeo Blue Growth, destinado también a la investigación de los océanos y sus recursos. En este ámbito, el MINCyT ha suscrito al programa “ERA-NET Cofund on Maritime/Marine Technologies” que busca impulsar proyectos de investigación sobre temas marítimos a ser financiados por la UE, del cual también es parte el Reino Unido.

Sin embargo, estos vínculos internacionales deben ser estudiados críticamente, ya que la ciencia no es neutral y, en muchas ocasiones, es considerada un factor de poder. Así, no podemos dejar de problematizar que Pampa Azul haya establecido vínculos de cooperación científico-tecnológica con los principales aliados de la potencia usurpadora de nuestras islas del Atlántico Sur, ya sea con los Five Eyes[19] o los países de la Unión Europea, ambos grupos de países socios estratégicos de Gran Bretaña. Facilitar acríticamente el acceso científico de estos países al Atlántico Sur puede resultar en un revés para la Argentina en sus disputas de soberanía.

En cuanto a la región suramericana, la IPA considera a Chile y Brasil como sus principales socios estratégicos. En conjunto con Brasil, actualmente se está desarrollando el proyecto de satélite de observación marítima SABIA-Mar (CONAE y AEB), a la vez que se sostienen acuerdos orientados a reforzar las capacidades de investigación marítima de ambos países. Respecto a Chile, el foco de las instancias de investigación se encuentra puesto en el Mar Austral, tal así que en el año 2020 se creó la Comisión Binacional Argentina-Chile de Cooperación en Investigación Científica Marina Austral, con el objetivo de contribuir a la conservación de los recursos naturales del canal Beagle y los ecosistemas marinos. Según Bilmes y Sala (2022), tanto Argentina como Chile cuentan con poco poder y margen de maniobra para actuar por separado en el Atlántico Sur, por lo cual resulta fundamental este accionar conjunto.

Podemos observar entonces que la investigación científica podría ser utilizada para impulsar nuestro reclamo de soberanía mediante el refuerzo de nuestra posición frente a los individuos y organizaciones científicas del extranjero. Así, se vincula al Estado argentino con la sociedad civil extranjera (diplomacia pública), mientras que la diplomacia tradicional continúa el reclamo de soberanía ante estados y organismos internacionales. En este sentido, se entiende a la diplomacia científica, y a la IPA en particular, como una herramienta relevante en el reclamo soberano sobre nuestras Islas del Atlántico Sur.

A su vez, el conocimiento científico en esta área tiene la oportunidad de ser un recurso útil de cara a una disputa diplomática asimétrica con RU, ya que pone dicho conocimiento al servicio de los reclamos diplomáticos, permitiendo que la Argentina tenga más y mejores argumentos a la hora de motorizar los mencionados reclamos en pos de nuestra soberanía. A su vez, la realización de campañas científicas en el área podrían ser una muestra del poder argentino (Goldman, 2022)

Por otro lado, Blair (2019)[20] sostiene que aumentar el  conocimiento del Mar Argentino contribuye a construir un imaginario colectivo en el país donde el Atlántico Sur es parte fundamental de la Nación y del reclamo de soberanía de esta sobre las Islas Malvinas.

Por último, vale mencionar que el Reino Unido también ha desplegado estrategias de diplomacia científica en torno a Malvinas. En este sentido, el South Atlantic Environmental Research Institute (SAERI) aparece como la contraparte y competidor británico de Pampa Azul. Este centro de investigación fue creado en el año 2012 por el gobierno de ocupación ilegal de Malvinas y concentra la mayoría de las investigaciones inglesas sobre las islas y el Atlántico Sur. Este instituto se ha centrado en el análisis de posibles actividades productivas extractivistas en las islas y el mar circundante: la explotación petrolera, el conocimiento de recursos marinos y la posibilidad del desarrollo de la agricultura en las islas.

A su vez, al igual que Pampa Azul, el SAERI tiene su parte de cooperación internacional, mediante la cual busca atraer delegaciones científicas para el estudio de las islas, el mar y el cambio climático. De esta forma, Gran Bretaña y el gobierno de ocupación ilegal en Malvinas buscan acercarse a las comunidades científicas de países que apoyan la posición argentina en el conflicto por las islas del Atlántico Sur y así legitimar su ocupación en las islas. Retomando la idea del imaginario colectivo de Blair (2019), en el caso británico lo que se busca es implantar la idea de autodeterminación de los malvinenses, demostrando la apropiación y el desarrollo de actividades científico-tecnológicas con los recursos de las islas.

Como ya se mencionó con anterioridad, en la actualidad, la Iniciativa Pampa Azul se encuentra desarticulada y desfinanciada desde la llegada al poder del gobierno de Javier Milei. La convocatoria a la campaña de escaneo del mar en Argentina financiada por el Schmidt Ocean Institute le llegó a numerosos científicos argentinos especializados en el fondo del mar el 11 de diciembre de 2023, un día después de la asunción del nuevo gobierno nacional[21]. Esta “coincidencia” nos lleva a pensar el rumbo que podría tomar en un futuro la exploración e investigación científica en nuestros mares, lecho y subsuelo marítimo.

A diferencia de Pampa Azul, un programa estratégico nacional, cuyas líneas de investigación prioritarias eran determinadas por un consejo interministerial asesorado por comités técnicos, pensando en el conocimiento estratégico del mar para el desarrollo nacional, la expedición “Underwater Oases of Mar del Plata Canyon: Talud Continental IV”, financiada por el Schmidt Ocean Institute, fue pensada por un grupo de investigadores y evaluada y aprobada en base a los intereses del SOI. Vale mencionar que dicha fundación fue fundada por Eric y Wendy Schmidt, ambos muy conectados al poder de Silicon Valley, lugar de confluencia de las grandes empresas tecnológicas de los Estados Unidos, y a su vez, es financiada por fondos privados principalmente de origen estadounidense.

Si bien se celebra la difusión que la campaña tuvo al interior de la sociedad argentina, cumpliendo un alto grado de divulgación científica y visibilizando el trabajo que hacen las y los investigadoras/es nacionales en espacios como CONICET y otros centros de investigación, y se comprende que en momentos como el presente cuando el financiamiento nacional escasea, que nuestros científicos puedan estudiar y conocer el mar argentino y sus especies es de gran valor, no debemos dejar de preguntarnos qué intereses están detrás de esta campaña, la cuál está pensada para estudiar, no solo el mar argentino, sino todos los mares del sur global, comenzando el año pasado en costas chilenas y culminando la campaña en en 2034 en Oceanía. Esto nos lleva a pensar si realmente es solo una campaña de investigación filantrópica o si lo que se busca es conocer ecosistemas y posibles recursos, mientras se mapea con detalle los mares del hemisferio sur, en un contexto donde la búsqueda de recursos naturales, como el petróleo y otros minerales, o de descubrimientos genéticos para futuras innovaciones pesa cada vez más en la disputa geopolítica global.

En este sentido, y observando que quedan aún dos expediciones más en el Mar Argentino —una frente a las costas de Bahía Blanca y otra en el mar patagónico—, debemos preguntarnos cuál es el futuro que queremos para la investigación de nuestro mar: el que se da por intereses extranjeros o aquel que coordina investigación, innovación, política exterior y defensa, buscando convertir a la Pampa Azul en un vector de desarrollo nacional y soberano.

La Iniciativa Pampa Azul busca reforzar la presencia nacional en los espacios marítimos de jurisdicción nacional para consolidar el dominio real sobre nuestros recursos naturales,  a la vez que da apoyo científico a la política exterior argentina en el Atlántico Sur. Esto contribuye a la consolidación de un imaginario colectivo en el que el Mar Argentino y sus Islas son parte fundamental del territorio nacional. En este sentido, la diplomacia científica, y en particular la Iniciativa Pampa Azul, han sido en sus períodos de vigencia —y pueden ser en el futuro— grandes herramientas para el reclamo argentino de soberanía sobre Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur así como de sus mares circundantes.

Creo que en este punto es interesante retomar una frase que se le adjudica a Leonardo da Vinci y dice: “No se puede amar lo que no se conoce, ni defender lo que no se ama”. Iniciativas como Pampa Azul, que apuntan a conocer y poner en valor los recursos y el territorio soberano argentino, son indispensables para poder defender nuestras posiciones e intereses a nivel nacional y, por lo tanto, indisociables de una política exterior soberana: para amar la patria debemos conocerla y a partir de allí, defenderla.


[1] Complementando a la “pampa verde», centro del modelo de desarrollo impulsado en el país desde su creación.

[2] Goldman, I. (2022, Agosto – Diciembre). El rol de la complementación entre ciencia y diplomacia en la Cuestión Malvinas. Revista de Investigación en Política Exterior Argentina, 2(4), 80-100.

[3] Ruffini (2017) en Vera, N., López, M. P., y Guglielminotti, C. (2022). Internacionalización universitaria y Diplomacia Científica: Oportunidades y desafíos para Argentina. En Experiencias de la Internacionalización en las Instituciones de Educación Superior (IES) en Latinoamérica (pp. 11-38). Corporación Universitaria del Caribe – CECAR. https://doi.org/10.21892/9786287515161.1 

[4]  Retomado de  https://www.pampazul.gob.ar/que-es-pampa-azul/

[5] Bilmes J. y Salas J.E. (2022). La Iniciativa Pampa Azul y su rol en la proyección marítima y bicontinental argentina. Estudios Socioterritoriales. Revista de Geografía Ensayo Centro de Investigaciones Geográficas CIG/IGEHCS FCH UNCPBA/CONICET.

[6] Hasta el 2023 participaban los ministerios de Ciencia, Tecnología e Innovación; Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto; Ambiente y Desarrollo Sostenible; Economía; Turismo y Deportes; Defensa y Seguridad.

[7] Recuperado de https://servicios.infoleg.gob.ar/infolegInternet/anexos/250000-254999/251438/norma.htm

[8] Establecía un monto inicial  de doscientos cincuenta millones de pesos ($250.000.000), equivalentes a  U$D 26.000.000 al dólar oficial del día de la promulgación de la ley en 2015.

[9] Recuperado de https://www.pampazul.gob.ar/hoja-de-ruta-2020-2023/

[10] Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. (2023). Pampa Azul: el mar argentino como vector de desarrollo: una política de ciencia, tecnología e innovación mirando al Mar (1a ed.). Fundación CICCUS. ISBN 978-987-693-971-3.

[11] Lakonich, Juan José (2025, Marzo 13). Recuperar Pampa Azul. Página 12.

[12] “En un escenario político de desfinanciación y eliminación de políticas estratégicas a nivel nacional, el Ministerio de Ambiente asume el compromiso de retomar esta iniciativa desde el territorio provincial, replicar esta experiencia exitosa de la gestión de Cristina Fernández de Kirchner y ponerla al servicio de la soberanía bonaerense” (Daniela Vilar, Ministra de Ambiente PBA), en Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires. (2025, 26 de marzo). El Ministerio de Ambiente de la Provincia lanzó el programa Pampa Azul Bonaerense. Ministerio de Ambiente PBA.

[13] Vera, N., López, M. P., y Guglielminotti, C. (2022). Internacionalización universitaria y Diplomacia Científica: Oportunidades y desafíos para Argentina. En Experiencias de la Internacionalización en las Instituciones de Educación Superior (IES) en Latinoamérica (pp. 11-38). Corporación Universitaria del Caribe – CECAR. https://doi.org/10.21892/9786287515161.1

[14] Varesi, G. A. (2019). Política exterior, proyectos e integración en los gobiernos kirchneristas (2003-2015), en Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 129, junio 2019, pp. 41-58

[15] Busso, A. (2016). Los ejes de la acción externa de Cristina Fernández: ¿cambios hacia un nuevo horizonte o cambios para consolidar el rumbo? Relaciones Internacionales, (50), 125-153; y Varesi, G. A. (2019). Política exterior, proyectos e integración en los gobiernos kirchneristas (2003-2015), en Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 129, junio 2019, pp. 41-58

[16] Varesi, G. A. (2019). Política exterior, proyectos e integración en los gobiernos kirchneristas (2003-2015), en Cuadernos de Política Exterior Argentina (Nueva Época), 129, junio 2019, pp. 41-58

[17]  Busso, A. (2016). Los ejes de la acción externa de Cristina Fernández: ¿cambios hacia un nuevo horizonte o cambios para consolidar el rumbo? Relaciones Internacionales, (50), 125-153

[18] Busso, A. (2022). La política exterior de Alberto Fernández ante las turbulencias internas e internacionales. Revista de Investigación en Política Exterior Argentina, Volumen: 2. Número: 3 Enero 2022- Agosto 2022

[19] Alianza de inteligencia integrada por los principales países de habla inglesa, a saber, Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá, Australia y Nueva Zelanda

[20] Blair, J. J. (2019). Universales del Atlántico Sur: Ciencia, Soberanía y Autodeterminación en las Islas Malvinas. Tapuya: Latin American Science, Technology and Society, 2(1), 220-236.

[21] Alí, S. (2025, 30 de julio). Ajuste, soberanía e interés privado: el lado B de la campaña al cañón submarino Mar del Plata. Qué Digital.

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