RESUMEN
En un escenario global donde prevalece la des-territorialización del capital y la información, se vuelve imprescindible repensar el rol que ocupan las distintas instancias de organización política para llevar adelante estrategias que promuevan el desarrollo de sus sociedades. En Estados con organización federal como Argentina, es difícil concebir un patrón de desarrollo nacional integral sin instancias locales que lo potencien, dándole volumen, arraigo y densidad. Cada territorio enfrenta desafíos específicos que pueden ser abordados de manera más eficiente desde los niveles de gobierno más próximos.
Lo local se refiere a la pertenencia a un territorio delimitado, un ámbito geográfico inmediato que constituye el espacio donde transcurre la vida de la mayoría de las personas y donde se producen las relaciones sociales cotidianas. Es donde se materializan las acciones de las instituciones que dan marco a las actividades que enmarcan dichas relaciones, y también el espacio donde, por cercanía, se ejercen con mayor vigor las demandas y presiones sociales hacia las instituciones.
En este sentido, los gobiernos locales, como representación estatal más próxima a la sociedad, adquieren un rol ineludible y primordial para contribuir a mejorar las condiciones de vida y dar respuestas a las problemáticas, aunque formalmente correspondan a competencias compartidas con otros niveles de gobierno: provincial o nacional. Los gobiernos locales suelen ser «la mesa de entrada» del Estado para los ciudadanos.
En las últimas décadas los gobiernos locales, particularmente los municipios, se han ido transformando en ejecutores de nuevas políticas, en muchos casos impulsando un proceso de cambio de rol en la gestión local, y adquiriendo, en distinto grado, nuevas funciones.
En Argentina, la institucionalidad de los gobiernos locales se caracteriza por su diversidad y complejidad, ya que cada provincia tiene un régimen municipal propio que define la estructura territorial, funcional y organizativa: actualmente se registran más de 2.300 gobiernos locales, de los cuales más de 1.200 tienen categoría de municipio y más de 1.000 de comunas u otros.
También es crucial considerar a otras organizaciones con menor nivel de institucionalización en la concepción y análisis de lo local. Algunos ejemplos son las sociedades de fomento barriales y los grupos de redes sociales organizados en torno a distintas actividades, comerciantes de un barrio, empresarios/proveedores, grupos de seguridad por cuadrilla, etc. Estas bases o grupos primigenios pueden alcanzar un grado de organicidad en la demanda que genere cierta incidencia en las instituciones tradicionales y condicionar lo que a futuro pueden devenir en acciones de política en el ámbito público para dar respuesta a una problemática.
Desde Poliedro, entendemos que es necesario trabajar en exponer, analizar y potenciar las oportunidades que ofrece una perspectiva del Desarrollo Local para contribuir a mejorar las capacidades de gestión de los gobiernos y de las instituciones locales para impulsar el crecimiento económico, la generación de empleo, la mejora en la calidad de vida, el cuidado del medio ambiente, entre otras dimensiones que permitan consolidar un desarrollo integral en el espacio local.



